Creo que no hay mejor definición para el acto de mezclar una canción que decir que es como completar un puzzle sonoro. Todas las piezas estan ahí, sobre la mesa (de mezclas), más o menos enganchadas, más o menos desordenadas; cuantas piezas tengas depende de qué has grabado y cómo (una banda en directo, una producción con músicos independientes que han aportado cada uno su interpretación, etc).
Mezclar y producir una canción es hacer que ese puzzle quede, en primer lugar, completado (mezclar) y, en segundo lugar, que puedas colgarlo en la pared con un buen cristal protector (producir), para que sea digno de ver (si es que un puzzle colgado es digno de ver alguna vez...)
Se tiene que tener habilidad y buen oído pero, ante todo, se tiene que tener mucha experiencia y mucha dedicación. Hacer que encajen las piezas sonoras es una faena rutinaria hasta el punto en el que la rutina permite (cortar graves en los platos de bateria, comprimir el bajo, poner un poco de reverb, etc), pero llega un punto en que los procedimientos se agotan y, si aún no suena, es cuando empieza la odisea por encontrar ese delicado equilibrio que hace que aquello ande, que tenga ritmo, que tenga harmonia, presencia, que esté completo.
Todo el mundo puede llegar a mezclar con decencia, pero en el delicado arte de la producción destacan sólo unos pocos que son capaces de hacer que cualquier canción llegue a niveles insospechados y que respiren de alguna manera. Por eso numerosos artistas escogen a su productor musical: porque sólo ellos son capaces de hacer llegar esas canciones hasta donde quieren llevarlas. Porque la mayoria de músicos suelen ser buenos músicos, pero malos productores de su propia música (¡no así la de los demás!).
Es una gran sensación cuando alguien coge tu puzzle sonoro, ese puzzle que ya no sabías como resolver, que te llevaba de cabeza, y con unos simples movimientos de faders consigue lo que tu no has conseguido en días. Es en ese momento cuando te das cuenta de que no todo está escrito y que no todas tus canciones divagan sin definirse. Porque para tí, aquello que suena tras esos retoques claves es la mejor canción del planeta, y todo gracias a esa visión externa, esa experiencia y ese saber hacer de la persona que ocupa esa posición final en el proceso de grabación de cualquier canción.
¡La cosa marcha bien!
martes, 4 de diciembre de 2007
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