Eso es lo que hace falta. Tocar, tocar y tocar. Para sacar algo bueno, pero sobretodo para que se note la emoción, el sentimiento. Hace falta más sinceridad en las grabaciones. Porque puedes programar música, puedes poner notas MIDI en un pentagrama y hacer que suenen a través de mil plugins de sonido, puedes hacer una canción en una hora y forrarte, hacer un disco de OT o sacar un bochornoso lamento boliviano cualquiera. Pero morirá pronto, muy pronto. Tan pronto como pase la novedad. En cambio el sentimiento perdura, porque es de las pocas cosas que a través de los siglos el ser humano conserva prácticamente inalterable. No como los sonidos y las cadencias, que cambian con las modas y las tendencias, a través de los lustros. Un sentimiento es igual ahora que hace 3000 años, no así los sonidos.
La clave de la no caducidad de una buena obra de arte es, pues, el sentimiento que hay en ella. Es difícil, pero debe buscarse esa durabilidad cuando uno hace música, pintura, literatura, cine... Y debe ser así, porque sinó no estariamos hablando de arte. Estariamos hablando de... no sé, ¿que coño hacemos? Ahí esta el problema de mucha gente. ¿Para qué haceis música?
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