jueves, 16 de agosto de 2007

El conflicto de prioridades

Desde pequeño me ha gustado la música y desde pequeño he tenido la suerte de escuchar mucha y muy variada música en casa, sobretodo británica. En un momento dado, aún muy pequeño, inicié las clases de piano y estuve seis años con ellas y los estudios de solfeo y harmonía. El gusanillo me atacaba, y mi primer grupo lo tuve con la inocentísima edad de... ¿!13 años!?... fueron dos ensayos y mucho soñar despierto. Aún recuerdo la cara del recepcionista de La Nau, donde alquilábamos el local, cuando le pregunté qué cable necesitabamos para conectar el teclado...

Tras esto vino otro grupo, con mi hermana y unos amigos, y luego pasé por varias formaciones hasta entrar en el grupo que sentaría las bases del proyecto en el que estoy involucrado actualmente. Entre tanto, he estado como teclista de apoyo en algunas bandas, teniendo la posiblidad de grabar para otros, tocar en el extranjero y meterme muy ligeramente en el negocio de la música. Almenos a día de hoy tengo una idea bastante clara de cómo se procede para hacer algo y llegar a algún sitio (sea el que sea), pero a los dieciocho años me parecía totalmente incomprensible y no entendía cómo se podía uno ganar la vida con la música. Almenos en el mundo de la música de grupos, la escena (omito música clásica, ópera y otras formas de las que no hablo por total desconocimiento).


Existen varias maneras, como por ejemplo formando parte de una orquestra, grupo de versiones o de la BBC (bodas, bautizos y comuniones). O por ejemplo de músico de sesión. Lo que se suele llamar mercenarios: ofreciendo tus servicios como músico a terceros para grabaciones, actuaciones, arreglos, producciones, etc. a cambio de dinero. Para llegar a alguna parte optando por esta vía uno debe especializarse mucho en su instrumento, aprender muchos estilos, tocar muchísimo (cada día unas cuantas horas), actuar más, acudir a todas las jam sesions posibles (tanto para tocar como para cuajar posibles relaciones que lleguen a algun sitio), y anteponer esto a cualquier cosa.


Y luego esta con lo que todos sueñan despiertos: triunfar en la música. Suena grande, goloso, imposible. Y todos los grupos no entienden por qué ellos no estan allí si los Tal Cuales estan en los 40 y son la mitad de buenos que ellos. Pues la respuesta parece que empiezo a entenderla, tras años mirando y analizando. Hay dos factores.


El primero es que existe una primera criba que se basa en la calidad obtenida en función de la entrega y la actidud (que deben ser muy elevadas). Cuando oyes un grupo en directo, toque lo que toque, sabes si sirven o no. Cuando hablo de calidad hablo de saber hacer: es decir, de tocar todos a una, de tener presencia escénica, de tener una coherencia en la música y tener bastante definida la línea del grupo, independientemente del estilo, calidad de las canciones en sí, etc. Si el grupo sale al escenario y notas que lo hacen bien, que lo viven y que generan reaccion en el público, entonces sabes que ese grupo puede llegar a hacer algo, sea lo que sea. Y esto que digo no entiende de estilos, ritmos, melodías, etc. sinó que sólamente entiende de actitud y entrega, de sensaciones, de percepciones. Si el grupo le echa horas y trabajo, y si son buenos realizando SU música, se nota. Insisto en que no importa lo que de ellos salga (pop, rock, folk, experimental, fados, etc) sinó de que lo que salga, salga bien, elaborado, con sabor.


Y el segundo es la inversión. Decía antess que no importa lo que hagan mientras lo hagan bien porque este segundo factor, que es la inversión, es el factor decisivo para que algo funcione independientemente de lo que sea. Evidentmente hablo de inversión económica (que alguien o un sello invierta dinero y pueda pagar publicidad, discos, alquileres de sala y viajes a conciertos), pero también hablo de inversión de tiempo. Que la banda trabaje mucho y duro para progresar, mejorar el directo, ganarse al público, sacar nuevas grabaciones y crear relaciones con otros músicos, productores, etc. La inversión es el factor clave, creo, y a veces se triunfa con una simple inversión de dinero y a veces se triunfa con una enorme inversión de tiempo.


Entonces es cuando aparece el conflicto de prioridades. Aquellos grupos que tienen la suerte (trabajada o no) de estar en el punto de disponer de ambas cosas (calidad e inversión), saben que entonces empieza el auténtico conflicto de prioridades personal. Porque el día tiene 24 horas, de las cuales 8 se duerme y 2 se usan para comer (aprox). El resto del tiempo uno tiene que generar ingresos para vivir, pero si se invierte tiempo en un grupo que no genera beneficios a corto plazo, ¿de qué se vive? Y si se trabaja se pierde tiempo para invertirlo en el grupo que a la larga tiene que generar el sustento y es la apuesta de vida... Cada cual tiene su propia manera de resolverlo, pero está claro que dicho conflicto surge una vez y debe tomarse una decisión drástica: o se apuesta, o se va a medio gas y se pasa el arroz.


Así que para triunfar en la música como se suele decir, uno debe trabajar muy duro, saber muy bien que realmente quieres ganarte la vida con la música y basar tu manera de vida en ello. De otra forma me consta que también es posible, pero el índice de fracasos es muchísimo mayor. Si se va a medio gas se tarda el doble, y la edad es un handicap en un mundo como el de la música, en el que constantemente aparecen nuevas y jóvenes bandas dispuestas a comerse el mundo. El negocio de la música no dista mucho de otros como el del fútbol o, por ejemplo, el de la Fórmula 1. Y si quieres entrar en él, debes aceptar sus reglas.

Así que, ¡dejad de soñar y empezad a ensayar!

No hay comentarios: